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Ocho consejos para tener hijos corruptos

  • 03/07/2009
1.
No abraces a tus hijos, no les digas que los quieres, no les leas cuentos a la hora de dormir. Los niños que son criados con carencias de afecto suelen sustituir más adelante el cariño esquivo con reemplazos equivocados. Figuración social, aún a costa de delinquir, podría ser uno de ellos.
 2.
En la línea de lo anterior, y para hacer más efectivo el proceso, dales dinero o cosas materiales a cambio del tiempo que no estés con ellos. Es más: dales dinero sin ton ni son y que sientan, en lo posible, que no es necesario trabajar ni un poquito para ganárselo. Al crecer con esa noción en la cabeza, les parecerá muy natural ganar dinero fácil gracias a un soborno.

3.
Diles que es malo robar, que las leyes se han hecho para respetarse y, a la primera que puedas, pásate un semáforo en rojo. Explícales: “es que estaba apurado, si no lo hacía no íbamos a llegar a tiempo”. Estas contradicciones generarán, gota a gota, la idea de que la moral es totalmente elástica y puede acomodarse a los objetivos de cada quien.

4.
Nunca los lleves a viajar por el Perú. Que no vean el techo azul de la sierra, o los ríos anchos de la selva. Que no escuchen a los uros contar dulcemente cómo fabrican sus islas flotantes. Que no escuchen a las niñitas del Colca relatar cómo el cóndor se robó a una pastorcita para tener más hijos. Jamás, bajo ningún motivo, los abraces contemplando un atardecer en Huanchaco, mientras les susurras que los Mochicas vieron ese mismo sol desde ese mismo lugar.

5.
Para hacer más efectivo el consejo anterior, matricúlalos en un colegio que inculque el amor a la patria mediante desfiles de tipo militar o cantos a la bandera con palabras que no entienden. Serán años y años de inversión inútil, pues a la patria no se le llega a amar por imposición: se la quiere luego de compartir emociones lindas con ella.

6.
Si alguna vez acudes al cine con ellos, y alguien se cuela en la fila, finge que no lo viste. Nunca reclames por tus derechos ni por los de otros. De esta manera, tus hijos entenderán que avalas la ley del más vivo, y que los sapos jamás reciben su merecido.

7.
Cuando tengas un desperdicio en mitad de la calle, no te lo guardes en el bolsillo. Bótalo en la vereda delante de ellos, y sigue como si nada. La naturalidad es importante. Este ejercicio tan sencillo hará que tus hijos crezcan con la idea de que el espacio público es tierra de nadie, cuando debería ser tierra de todos. Cuando algo es de nadie, ¿quién te puede reclamar por usarlo mal? Así, si alguna vez trabajan en el Estado, también pensaran que sus recursos son de “nadie”, cuando en realidad son de todos.

 8.
Llega siempre tarde a tus citas, y asegúrate de que tus hijos crezcan con la idea de que no tiene nada de malo. La impuntualidad es la forma más taimada de robo, pues se disfraza de pecado venial cuando en verdad es abominable: el dinero robado se puede devolver. El tiempo que vivimos, jamás.

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