Mi edificio y Cajamarca
- 09/12/2011
Hace poco me enteré de que el concepto de tienda de autoservicio nació en Tenessee, en 1916. Lo desarrolló Clarence Saunders, fundador de la tienda Piggly Wiggly. Me imagino al señor Saunders entusiasmado, soñando, tal vez, que estaba por revolucionar la forma de comprar de los centros urbanos.
Pero me imagino la nube que se posa sobre él: el riesgo del robo en tienda, o shoplifting. ¿Y si la gente robaba más allá de lo financieramente prudente? ¿No decía Hobbes que el ser humano es malo por naturaleza?
Sin embargo, Saunders se arriesgó. Y quedó demostrado que aunque había un riesgo más grande de robos que con una tienda convencional, esta nueva modalidad demostró ser más rentable.
Imagino que Saunders era optimista, y eso le dio beneficios.
Tal vez razonó que en el mundo siempre habrá muchas más personas bienintencionadas que torcidas, por más que estas últimas hagan más bulla con sus acciones.
El Perú es un país donde la desconfianza es parte hasta del Himno Nacional. Según los rankings que hace Latinobarómetro, el Perú es el país más desconfiado de la región. Es claro, entonces, que el autoservicio jamás habría sido inventado aquí: creemos que, de verdad, nuestros compatriotas andan siempre tramando algo malo.
Hace meses compré un departamento con aires y decidí ejercer mi derecho para construir en ellos. Parte del arreglo con la junta de propietarios fue hacerlo con el permiso municipal, para seguridad de todos. Y así, mi mujer y yo empezamos el trámite. Lo primero que nos pidió la Municipalidad fue la firma de los vecinos autorizando la obra. Y aquí comenzó lo más difícil del proceso. Por ejemplo, uno de mis vecinos me dijo, de la forma más sincera, que en su vida ya había sido estafado muchas veces, y es por eso que no prestaba su firma así nomás.
Lo comprendo, pero me entristece: una ciudadanía desconfiada nos cuesta a todos. ¿Cómo negociar, cuando ambas partes piensan que serán traicionadas? ¿Cómo viabilizar nuestros recursos, si gran parte de nuestros compatriotas sienten que van a perder? ¿Cómo ser competitivos o formales si las gestiones se alargan tanto debido a este clima? Si mi edificio fuera Cajamarca, mi departamento por ampliar sería una suerte de Conga, por la desconfianza. Y me pregunto cuántos “Congas” más se producen diariamente en nuestros actos cotidianos y terminan acumulándose en nuestro país, como esas conchas que se pegan a las embarcaciones, aminorándoles el avance.
¿Y si empezáramos a pensar como Saunders, para variar?
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