Los escritores en papel de regalo
- 20/01/2010
Hace un par de años, una artista plástica le regaló a mi pareja un grabado suyo como obsequio de cumpleaños. Lo celebré feliz, sin analizar el gesto. Hasta que hace dos semanas ocurrió algo parecido: me encontraba en el cumpleaños de un amigo, cuando un artista llegó a la fiesta y le obsequió una litografía suya. En ese momento caí en cuenta de que nunca, pero nunca, he regalado un libro escrito por mí en ningún cumpleaños. Ya curioso por el tema, en los días posteriores me dediqué a preguntarle a mis amigos escritores más cercanos si es que alguno lo había hecho. La respuesta fue: ninguno. Curioso. ¿De dónde el pudor? ¿De dónde esa noción de que nuestra obra es menos obsequiable que la de otros artistas? En un principio pensé que imponerse como autor podía resultar menos elegante que brindarse como artista visual:
-Te regalo mi libro para que pases los próximos ocho días sumergiéndote en mi mundo.
Algo pretencioso, ¿verdad? Mientras que con un grabado, el mensaje podría ser:
-Te lo regalo para que lo cuelgues si te gusta.
Sin embargo, creo que la razón de fondo es otra: el libro es hoy un producto industrial, mientras que un cuadro o una fotografía enmarcada todavía mantiene la ilusión de lo irrepetible, de aquello que nunca aparecerá en el ranking de lo más vendido. Es una pena. Parir una novela es tan o más trabajoso que parir una pintura, pero regalarla no está a la par.
¿Usted qué dice? ¿Me aceptaría un libro mío en su cumpleaños?
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