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La Virgen María y los japoneses

  • 16/08/2017

Hoy he visto, como cada mañana que vuelvo de mi circuito en bicicleta, a personas que le rezan a una Virgen María entre la bruma del malecón. Suelen tener la cabeza un poco gacha y mantener con la estatua una distancia prudente, la misma disposición corporal que he visto en Asia ante efigies de otras religiones.
El ser humano es el único animal capaz de otorgarle a la materia atributos inmateriales, de pedirle al yeso o a la madera la tranquilidad que no encuentra en sí mismo.
También es el único capaz de crearse intrincadas narrativas para tratar de gestionar lo inmanejable.
A mí, que me considero panteísta, me parece más honesto, por ejemplo, el shintoismo que el catolicismo. La mayoría de japoneses tienen un dios para cada necesidad y cuando aparece una nueva, digamos que tener éxito en el fútbol, pues inventan una divinidad para el fútbol. El politeísmo católico es asolapado: está permitido rogarle a varios santos especializados en distintas cuitas siempre que se mantenga la creencia en un solo dios. Una bien calculada jerarquización de la credulidad.
En fin. Disculpen esta disquisición que en otros tiempos me habría valido la Inquisición: tal vez pedalear me oxigena de más.
Compartan este texto con diez personas si quieren que su día termine bien.

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