< Volver atras

La isla sin ingenieros

  • 30/03/2013

Manejo hacia el sur del país y, como era de esperar en verano, los primeros cien kilómetros mientras se sale de Lima son un callejón publicitario donde los carteles tratan de seducir a diestra y siniestra. Cuando mis hijas eran pequeñas inventaba juegos para que no se aburrieran en el camino y, de grandes, la costumbre no se ha perdido: ahora se trata de elegir al mejor letrero del trayecto.

Encontramos al ganador cerca del kilómetro noventa. No es muy llamativo. Carece de chicas lindas o de un titular ingenioso. Pero tiene una idea poderosa: “Un panel que produce agua potable del aire”, dice el encabezado. Al pie firma la flamante universidad de ciencia y teconología, UTEC. Más abajo, cerca del suelo, se señala el caño para que los pobladores de esa zona desértica se sirvan el agua que el gran letrero ha podido captar de la atmósfera gracias a un sistema de conversión.

Sé que el cartel ha sido rebotado como noticia por prestigiosos medios internacionales.

Pero más me gustaría que rebote en las conciencias de nuestros padres de familia, nuestros educadores y los planificadores estratégicos del país, si es que los hay.

No exagero si digo que entre nosotros prevalece la noción de que ser ingeniero equivale a ser una persona de vida rutinaria, un parametrado que dialoga con calculadoras y números antes que con la sorpresa. Cero glamour. Ausente brillo. No es casual que cuando en 2010 un ex-ministro de economía declaró que el Perú necesitaba más ingenieros que cocineros, sufriera un apanado sin sazón y sin razón.

Creo que por eso me ha gustado tanto esta campaña. Porque recuerda que ingeniero proviene de “ingenio”, y que lo que hace la diferencia para la supervivencia y la competitividad de las sociedades es la capacidad para crear nuevas soluciones a sus problemas. ¿No es verdad que de estar hoy en LinkedIn, la red social de trabajo, Leonardo Da Vinci hubiera puesto dicha profesión en su perfil? ¿No es cierto que son las naciones que más incentivan el patentado de inventos las que están más cerca de tener hegemonía mundial?

Según el World Intelectual Property Organization, hacia el año 2011 China ya había sobrepasado a Estados Unidos en cantidad de solicitud de patentes en su territorio: 526,412 versus 503,582. (Es meritorio el caso de Japón que, con muchos menos habitantes, tenía cerca de 350 mil. Y que mientras que en 1985 solo el 47.5 % de solicitantes de patentes de China eran residentes del país, al 2011 ya lo era el 79%).

Y disculpe que no mencione las cifras del Perú. Son tan microscópicas, que temo que este artículo se traspapele en la sección de chistes y amenidades.
En esta fiesta imperfecta de crecimiento que vivimos, es necesario recordar que jamás lograremos el desarrollo si no promovemos la inventiva. Si esto no queda claro al notar la evidente relación que hay entre países desarrollados y su cantidad de ingenieros y científicos, simulemos en la mente este experimento: hagamos emerger en el océano dos islas con idénticos recursos naturales y peculiaridades geográficas. Poblemos cada una con cien habitantes desnudos, repartidos según las mismas aptitudes: atletas, intelectuales, moralistas, humanistas, artistas, sanadores, legisladores, etc. Pero que en una de ellas, en trampa soterrada, uno de esos habitantes sea además un ingeniero innovador con capacidad de persuasión.

¿Cuál población isleña cree que tendrá mayores probabilidades de estar más adelantada luego de treinta años?

Suscríbete a estos artículos

Solo escribe tus datos y recibirás las actualizaciones de mis artículos y promociones exclusivas en contenidos descargables.