Estimado indeciso,
- 14/05/2016
Estimado indeciso,
Poco placer existe en elegir entre dos platos que no entusiasman, y el sentimiento empeora
si se trata de dos candidatos presidenciales.
¿Cómo sonreír si te presentan a una señora que dicen que simboliza a la corrupción y al autoritarismo y a un señor señalado como el representante de los grandes capitales para levantarse al país?
Dicho esto, no creo que ni Keiko Fujimori* ni Pedro Pablo Kuczynski sean todo lo terrible que se dice de ellos. Sin embargo, cuando se trata de quien nos encarna como Nación, importa tanto lo que se es como lo que se representa.
Hace poco escuché una frase atribuida a Hannah Arendt y que hoy me resuena con mucho sentido: que el amor es amoral.
Esto explicaría por qué la hija de Alberto Fujimori no puede romper con su padre y, también, por qué algunas personas que conozco, respetuosas e inteligentes, votarían por Keiko Fujimori esta vez.
Pero si tú, como elector, no le tienes ese mismo afecto y le tienes tanta desconfianza como se la tienes a Kuczynski, deberías pensar en las consecuencias de un voto que no contenga este análisis centrado en lo moral:
Acordemos que Keiko no es su padre.
Pero al no haber deslindado de sus actos condenables y al valerse de sus aciertos pasados -que también los tuvo- ella es cómplice de todo lo que representa.
Y aquí, el hueso pesa más que la carne.
Hace no mucho, Keiko, su hermano y sus colaboradores no dudaron en proclamar que Alberto Fujimori ha sido el mejor presidente de nuestra historia. Bastaría con dejar de lado las pasiones para admitir que un presidente que permitió el robo de millones y millones de dólares de nuestras arcas, la destrucción de nuestro poder judicial y de nuestro sistema político, la compra editorial de medios y periodistas, la mentira de que él en persona lideró la captura de Abimael Guzmán y que -para colmo- huyó del país para renunciar desde lejos y que postuló luego al Senado japonés, no cumple los requisitos para dejar un legado respetable. Porque si Fujimori mereciera el monumento que algunos quisieran construirle, tendríamos que demoler los de Grau para no rebajarle la gloria a un grande de verdad.
Aunque Keiko no sea Alberto, lo que ella ha decidido encarnar es monstruosamente más dañino que lo que representa Kuczynski.
Te he escuchado quejarte mucho últimamente de nuestra delincuencia y de nuestra falta de valores. De que la corrupción es un cáncer que deberíamos extirpar. Pues quejarse de esto y votar por los descendientes y colaboradores de quienes más robaron y disminuyeron moralmente a nuestro país sería la peor muestra de incoherencia, y solo se la podríamos justificar a quien ama más allá de la razón.
¿Es este tu caso?
¿Le tienes afecto al legado de Fujimori por algún motivo que te toca en lo personal?
En ese caso, no tenemos nada que discutir.
El amor no es moral.
Pero si quieres que el Perú se acerque un poco al país que anhelas, tu voto sí tiene que serlo.
(*) Hace unos momentos se ha revelado que la DEA está investigando al secretario general del partido de Keiko Fujimori y que en una grabación ha dicho que la candidata le dio a «lavar» US $ 15 millones. De ser así, tendría que retractarme sobre este punto.
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