Ale, ahora que trabajas
- 14/03/2014
Mi Ale,
Hace un año te escribí por tus dieciocho años y ya, tan pronto, lo hago porque empiezas en tu primer trabajo.
La vida vuela. Y si la pasas dentro de una oficina, verás que mucho más.
En cincuenta años estarás en la etapa de preguntar “¿qué hago con mi tiempo?”. Pero ahora tu pregunta clave debe ser “¿en qué te puedo ayudar?” Hazla lo más que puedas. A tu edad nadie espera que seas la heroína del día: se espera que apoyes con todas tus ganas mientras muestras deseos de aprender. Eso ya es mucho, créeme. Con los años te darás cuenta de las nuevas preguntas que deberás hacer –y hacerte– con frecuencia.
Con lo anterior queda implícito que pagarás un derecho de piso y es lo natural. Hasta los artistas del Renacimiento lo tenían esquematizado: a limpiar pinceles primero. Pero ten presente que si algo empezara a incomodarte en tu trabajo, en algún momento tendrás que plantarte para tomar decisiones. Nunca dejes que te hagan sentir mal porque te vas cuando se ha cumplido el horario de trabajo. O porque a veces te retrasas al volver de almorzar. O porque tu empresa apoya una causa que no compartes. La vida es muy corta para pasarla con gente que te incomoda. Si tienes que elegir entre un trabajo donde ganarás millones pero no te sentirás libre y otro donde ganarás poco pero serás tú misma, ni lo dudes: escoge siempre el segundo. Venderse a uno mismo es el peor negocio que harás en tu vida, así te paguen lingotes.
Sin embargo, siempre encontrarás más buenas personas que hijos de puta. Trata de juntarte con los más inteligentes, leídos y experimentados. Algunos serán petulantes pero si a cambio de su soberbia les das tu simpatía (¿quién es perfecto?) aprenderás cosas invaluables. Mi secreto ha sido ese, mi niña: siempre me he juntado con gente que sabe más que yo. Luego solo me he encargado de separar sus creencias de las mías y de traducir sus hallazgos a mis palabras.
¿Te cuento más?
Aléjate de los chismes. No juzgues a nadie, a menos que hayas vivido exactamente su vida, lo cual es imposible.
Ya que estamos, hablemos de los romances de oficina. Un día te atraerá alguien de tu trabajo y será natural. Si ese día decides tener un romance a escondidas, nunca olvides que cuando más pienses que nadie se da cuenta, es porque más se está hablando de ustedes.
Mira tú, terminé hablando de chicos y chicas. Cuando tu abuela trabajaba, su mayor aspiración era ser una excelente secretaria de gerencia. A ti te queda un mundo más amplio: ¿CEO global? Excelente. ¿Señora de tu casa? También. Pero a pesar de lo ganado recuerda que aún vives en un mundo inclinado hacia los hombres. Según las estadísticas, tu sueldo tenderá a ser menor que el de un hombre con tus mismos logros. El antídoto está en qué tanto valor le añadas a lo que produces: no existe jefe o consumidor que no esté dispuesto a pagar más por algo que percibe como valioso. Ese “valor” tendrás que aportarlo tú mientras alzas la voz por la equidad.
Se me acaba el espacio, mi amor. Queda lo justo para desearte que seas feliz.
De eso se trata todo.
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