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Tan lento, que pasa rápido

  • 15/10/2009

Cuando nació Alesia me propuse tomarme sin falta una foto con ella en el día de su cumpleaños, siempre en la misma postura. En esa época no sabía que iba a tener dos hijas más, y que iba a tener que multiplicar la disciplina. Sin embargo, la tarea se ha cumplido hasta ahora. Hace poco se me ocurrió juntar las fotos tomadas hasta el año pasado en un solo vídeo. Usted lo puede ver al pie.

La primera vez que lo vi, me visitaron desde la nostalgia hasta la autocrítica. Pero también recordé la confesión que me hizo un buen amigo cierto día. Este amigo me contó que a veces soñaba con sus hijos, que hoy son unos treintañeros. Me dijo que los soñaba niños, y que los podía levantar y abrazar como farditos repletos de ingenuidad. Pero luego despertaba nostálgico, dolido, derramando una lágrima por aquel sueño imposible de realizar.

El crecimiento de los hijos encierra una perversa paradoja: es tan lento, que por eso pasa desapercibido. Cuando sabemos que pasará una estrella fugaz, le prestamos toda la atención al cielo para no perdérnosla. Con mis tres niñas ha ocurrido lo contrario.

No esperen a tener un vídeo como el mío para darse cuenta.

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