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Seis trampas en la playa

  • 22/02/2016

Encuentre las 6 trampas sembradas en este relato:

–Al carajo –dijo Armando, tirando a la pista la lata de cerveza–.Tendremos que pasar el día aquí.
Su novia cogió el bolso y se adentró con él en la populosa playa de Agua Dulce. Atrás quedó el carro, malogrado, a la espera de su grúa. Atrás también quedó el plan de pasar ese día en una playa exclusiva noventa kilómetros al sur.
Caminaron lentamente un centenar de metros, goteando bajo un sol torturador, con las sandalias en las manos. Ya desde el primer paso los granos de arena se habían adherido a sus pies sudorosos, formándoles una especie de suela orgánica.
No muy lejos de la orilla encontraron un espacio estrecho, bien pegados a una pareja que los miraba de reojo mientras comían picante de machas de una bolsa.
Mientras la novia de Armando se untaba bronceador –quiero tostarme como Cleopatra, le dijo, en una extraña comparación–, él encendió su enésimo cigarrillo oteando el horizonte ignorando, quizá, que tras esa masa oceánica están las costas de Filipinas. Un vendedor de libros piratas pasaba en ese instante.
–¡Harry Potter, Sombras de Grey, Vargas Llosa…!
La novia de Armando se desabrochó el sujetador del bikini y se puso boca abajo. Sus pechos colgaron brevemente, pero los ojos ávidos del vecino los captaron.
–¡¿Qué miras oe?! –le espetó Armando.
–Zafa zafa, hueón… –le respondió el otro.
Armando se puso de pie y el vecino no se quedó atrás. La novia le rogó mudarse a otro lado, no valía la pena. Armando accedió a regañadientes. Metió las colillas que había fumado en una bolsa y, antes de irse, le clavó una mirada de desprecio a ese vikingo que le había empeorado el día.
El rubio, cachaciento, le guiño el ojo.

Resultados

1. Solo un faquir podría caminar lentamente y sin zapatos sobre la arena de una playa peruana en un día caluroso. Al contrario de las blancas arenas caribeñas –compuestas de restos de millones de conchas– las parduscas arenas peruanas contienen silicio y retienen mucho más el calor.

2. Las machas, tan exquisitas como abundantes aquí al extremo de ser desdeñadas, desaparecieron de nuestro litoral luego del último fenómeno de El Niño. Quien quiera disfrutarlas hoy tendrá que ir a Chile.

3. La antigua realeza y burguesía que tomaba baños de mar se cuidaba de no broncearse. La piel pigmentada por el sol, tan apreciada hoy en día, se relacionaba entonces con el trabajo de los campesinos pobres al aire libre.

4. Si alguien navegara desde las costas peruanas en rumbo recto hacia el oeste llegaría al norte de Australia o al sur de Papúa Nueva Guinea. Es América Central la que se encuentra en el mismo paralelo de Filipinas.

5. Es poco factible que un peruano que arroja una lata vacía en la calle recoja luego sus desperdicios en la playa. Argumentamos que “la playa es de todos” por temas de discriminación, pero al ensuciarla confirmamos que la playa es tierra de nadie.

6. Lo más probable es que usted haya pensado al inicio que el vecino era mestizo, y no rubio. No ha sido el único: los peruanos asociamos a las playas públicas con el trágicamente bautizado “color puerta”.

Ilustración de Gustavo Gamboa para Somos

Ilustración de Gustavo Gamboa para Somos

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